martes, 22 de enero de 2013

Capítulo 8

Aquí el capítulo 8, he de decir que es una de mis partes favoritas de la historia jejeje ya lo entendereis cuando lo leais, espero que lo disfruteis mucho y que me digais si os gusta:)





Llegamos a dos puertas, una en frente de la otra y sé que estos son nuestros cuartos, me doy la vuelta y pongo la mano para abrir la puerta de mi cuarto cuando James me coge la mano libre y me hace girarme hacia él.
Me coge la cara con las dos manos y me limpia las lágrimas con los pulgares. Sé que odia que yo llore, porque dice que me pongo muy mocosa y que eso le produce gracia, pero en estos momentos no sonríe, como lo hace siempre que me ve así; se limita a sacar un pañuelo de su bolsillo y a ponérmelo en la nariz. -Suena- me dice.

Frunzo el ceño, ¿suena? Ni que fuera una niña pequeña que no sabe limpiarse los mocos por sí sola. Me cruzo de brazos y dejo que permanezca con el pañuelo sobre mi nariz sin hacer nada. Eso le produce una pequeña sonrisa y hace que se le iluminen los ojos.
-Vamos Clare, suena.- dice como si estuviera hablando a una niña pequeña- Mira, se hace así.-  cierra los ojos y empieza a soplar por la nariz muy fuerte, es más tonto cuando quiere…- Venga, ahora tu.

Al final me doy por vencida y dejo que me suene los mocos, cuando acabo él termina de limpiarme las lágrimas y sonríe.
-Muy bien- dice, y sigue hablando como si yo fuera pequeña.- ¿Ya pasó?

Una sonrisa aparece en mi cara, pero la intento reprimir, no estoy enfadada con él, pero quiero estarlo. Me giro para que no vea que estoy sonriendo y abro la puerta de mi cuarto. Escucho que suelta una carcajada por detrás y de pronto me agarra de la cintura y nos mete dentro del cuarto.
-¿Te has enfadado, Clare?-  dice dándome besos en la mejilla entre sonrisas.- No te enfaaadeeeesss….- dice usando el mismo tono que pone mi hermano cuando quiere que le perdone.
-Quita, tonto- digo soltando una carcajada e intentando soltarme de sus brazos.

-Clare se quiere ir…- dice con el mismo tono y agarrándome más fuerte- ¿Me perdonas?

Me cruzo de brazos y dejo de resistirme, me doy la vuelta y le miro de frente con media sonrisa.

-Si en el fondo te encanta que te limpie los mocos,- dice soltando una sonrisa- perdóname.

-Bueno…- dijo rindiéndome y sonriendo- pero que sea la última vez que me tratas como a una niña pequeña.

-Sabes que no lo cumpliré- dice soltándome y riéndose.- Pero en el fondo me quieres por ser así.

-Lo peor es que lo se.- digo riéndome- Dame un beso, tonto.
Una sonrisilla picara aparece en sus labios y sus ojos vuelven a iluminarse.

-¿Y si no quiero?
Le doy un puñetazo flojo en el brazo y le miro con el ceño fruncido.

-¿Cómo que si no quieres?- le digo- Dame un beso.

-No, no- dice negando con la cabeza.
De un brinco salto a la cama y con otro, salto hacia él agarrándome con las piernas en su cintura y con los brazos a su cuello. James me ha agarrado por simples reflejos y veo como sonríe. Intento buscar su boca pero él me la aparta cada vez que la encuentro. Así que empiezo a darle besos en el cuello diciéndole:

-Dame un besoooo…- como si de una niña pequeña me tratara.
Al final cede y deja su cara quieta para que la bese, me acerco a ella, pero antes de hacerlo sonrió y miro a sus verdes ojos que tan bien conozco.

-Si solo te quisiera en el fondo por lo que eres…- digo, aunque no puedo acabar la frase por que el me besa.
El beso es dulce, cargado de amor e interminable; no me quiero separar de él, me quiero quedar así eternamente y que todos los problemas que tenemos se disuelvan y desaparezcan. Al parecer el siente lo mismo que yo, porque nuestros besos aumentan y me apoya en una de las paredes mientras y me sigo agarrando a su cintura con las piernas. Un hambre voraz se apodera de mi y lo único que quiero es besarle más, no separarme aunque me este quedando sin aire y que todas esas preguntas que mi conciencia me grita se vayan y se esfumen. Todo se convierte en un torbellino de sensaciones que nunca había experimentado con James.

Mis piernas se amarran más fuertes a su cintura, y mis manos buscan incesablemente su cuerpo. Su boca ya no está sobre la mía, sino sobre mi hombro; tengo tiempo para recuperar el aire de mis pulmones mientras él me besa el cuello produciéndome oleadas de deseo. Entonces el regresa a mi boca y nos miramos, sus ojos febriles destellan, y su pupila no deja apenas ver el iris; respiramos agitadamente y de pronto entiendo que mis manos están recorriendo piel desnuda, cuando toco su espalda. ¿Cuándo le he quitado la camisa? ¡Me da igual! Vuelvo a besarle y noto donde se habían escondido sus manos, en mis piernas, bueno, más bien en mis glúteos. James se aparta de mi boca y empieza a mirarse a sí mismo y después a mí. Su expresión de confusión es fuerte y creo que también ha perdido la noción del tiempo cuando dice:
-Clare,- con una voz ronca-  siento decirte que creo que deberíamos parar.

Me miro a mi misma, y veo que el bonito vestido verde de esta mañana está por encima de mi ombligo. Automáticamente enrojezco, ¿Cómo ha acabado así? Y vuelvo a sentir las manos de James sobre mi culo. ¡Madre mía! ¿Qué estamos haciendo?

-Sí,- digo avergonzada- creo que deberíamos parar.
Desengancho mis piernas y él me baja lentamente hasta que mis pies tocan el suelo, recoloco el vestido hasta su estado original y veo que James mira a su camisa del suelo con aire extrañado.

-¿Cuándo me has quitado la camisa?- me pregunta recogiéndola.

-No… Lo sé…- respondo intentando recordarlo- ¿Cuándo has subido el vestido por encima de mi ombligo?

- Ni idea…- se rasca la cabeza y se coloca la camisa- Creo que debería irme a mi cuarto, a
cambiarme, la cena estará a punto de salir…

Se da la vuelta y desaparece por la puerta. Me apoyo en la pared  me deslizo suspirando. Necesito a Katie aquí conmigo para contarle estas cosas. Mi cabeza esta echa un lio. Me levanto y voy a un baño que tiene un espejo enorme y me miro en el, tengo el pelo revuelto, los ojos brillantes todavía por el evento ocurrido, los pómulos enrojecidos y los labios hinchados. Me echo un poco de agua y me peino, me recojo otra vez el pelo de la cara. Me dirijo hacia el gran armario empotrado en la pared y elijo una blusa roja con unos pantalones negros. Después de eso me coloco el collar que he llevado en el bolsillo desde que Katie me lo dio.
Lo miro y sonrió. Lo ha dejado realmente bonito, la madera hay que cuidarla y en tres años esta pieza ha permanecido en mi cuello, acaricio el lugar donde la C y la J se juntan para siempre haciendo una promesa y leo la inscripción que contiene una de las hojas que ramifican el colgante: `Somos un árbol entrelazado que jamás se separará.´ Lo dejo en su lugar habitual del cuello y salgo de la habitación.

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